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Niños corredores: ¿cuánto, cómo y a qué edad?

Niños corredores: ¿cuánto, cómo y a qué edad?

Es común ver niños corriendo las carreras populares de 10 kilómetros los fines de semana, incluso algunos menores de 10 años. ¿Es eso bueno o malo? ¿A qué edad debe un niño empezar a entrenar para ser un buen atleta? ¿Qué rol deben jugar los padres?

Dos cosas te diremos de manera contundente:

1- Involucrar a tu hijo en el deporte es lo mejor que podés hacer.
2- Presionarlo para que compita, gane o rinda al máximo es una muy mala idea.

Desde que tu hijo aprende patrones básicos de movimiento como caminar, correr y saltar debés motivarlo a que realice mucha actividad física, pues eso sentará las bases para un estilo de vida saludable y activo en el futuro. Después de los cinco años es común que los niños sientan el deseo de meterse en carreras o acompañar a los padres a correr.  La pregunta es, ¿cuánto es saludable que corran los niños?

Es relativamente sencillo o relativamente complicado, depende de cómo lo veás. Hasta un niño de cinco años podría estar fisiológicamente preparado para correr una maratón (ha habido al menos un par de casos muy polémicos a nivel mundial). No hay ninguna tabla ni pautas precisas que digan: a tal edad, no puede correr más de tanta distancia. Todo es relativo, porque todos somos diferentes, nos adaptamos de forma diferente al entrenamiento y tenemos distintas motivaciones. 

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Si el niño manifiesta el deseo de correr, por iniciativa propia y sin mediar ninguna presión de padres, compañeros o “entrenadores”, es una buena señal y se le debe incentivar su deseo. ¿Significa esto que si tu hijo de 8 años te dice que quiere correr una maratón debés permitirlo? En ese caso, simplemente celebrá su iniciativa y permitile que empiece a experimentar con distancias y carreras más cortas. Él mismo sabrá cuando es suficiente, siempre y cuando —y esto es importantísimo— no medie ninguna presión externa ni lo esté haciendo por quedarle bien a alguien como papá o mamá.

Tenés que cuidar muy bien tus palabras cuando motivás a tu hijo a hacer ejercicio. Frases como “mi hijo es un campeón”, “va a ganar esa carrera”, “es el mejor de su clase”, etc., le meten una presión innecesaria a los niños y pueden tener repercusiones negativas en la manera en como mira el deporte. Es mejor que hablés en términos de “hacer su mejor esfuerzo” y “disfrutar la competencia” en lugar de hablarle siempre de ganar y ser el mejor. Antes de los 12 años el deporte debe ser visto como algo meramente recreativo, socioafectivo y ameno, y no como algo competitivo. 

Pero si tu hijo te dice que quiere ser campeón olímpico, o el mejor del mundo, ¿acaso no debe entrenar desde muy pequeño? Hay deportes específicos como la gimnasia, el tenis y hasta cierto punto la natación en que el entrenamiento específico a edades tempranas podría ser importante para un futuro desempeño a nivel profesional. Sin embargo, en el caso específico del atletismo, el entrenamiento más intenso y específco puede iniciar hasta los 16 ó 18 años y aún así producir campeones mundiales; los ejemplos sobran. Así como sobran ejemplos de jóvenes promesas que fueron exigidos a tal punto en su niñez-adolescencia que luego perdieron interés o capacidad para aguantar cargas altas de entrenamiento, y dejaron extinguir su talento.

He aquí unas pautas generales que te ayudarán a conducir a tu hijo por un buen camino deportivo:

Si le das a tu niño los estímulos apropiados el deporte generará en él actitudes positivas y un estilo de vida saludable, reforzará su habilidad para interactuar con otros compartiendo experiencias emocionales y físicas, y le ayudará a desarrollar una percepción positiva de su imagen corporal. La clave está en permitir que él solo vaya poniéndose las metas y experimentando las sensaciones de recorrer mayores distancias o a mayores intensidades.

En resumen, si un niño de siete, ocho o diez años ya está corriendo 10k o aún más, no necesariamente está mal. Si está corriendo solo 1k tampoco está mal. Lo único que está mal es obligarlo, empujarlo, presionarlo, exigirlo. Pero si para el niño es un placer correr, lo hace feliz y se divierte no tenés por qué ponerle límites de distancia. Él solito se dará cuenta cuanto es suficiente y su cuerpo también se encargará de enviar advertencias en caso de estar pasándose de la raya. Ponele atención, apoyalo y dejá que sea feliz a través del deporte.

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