LA PÁGINA DE LOS CORREDORES

Correr en parejas, la Tulevieja y una experiencia inolvidable

Correr en parejas, la Tulevieja y una experiencia inolvidable

Eran las seis de la tarde en las frías faldas del Cerro del Ochomogo. La luz del día se había reducido a una línea apenas perceptible en el horizonte e inevitablemente la sombra de la noche, con todos sus misterios, estaba a punto de dominarlo todo. Y ahí estaba yo, indefenso ante la inmensidad de la montaña y con la adrenalina típica antes de comenzar una carrera, listo para correr 10k con mi pareja.

¿Una carrera en parejas? ¡Pero a quién se le ocurre semejante cosa! No solo eso; una carrera en parejas, de noche y entre senderos de polvo, raíces y potreros. Así es La Angelina en Parejas, una carrera organizada por Costa Rica Ecogreen que cumplió su tercera edición el sábado pasado. Ahí estábamos pues, 120 parejas de novios, hermanos, amigos, esposos, tíos o lo que fuera porque se valía cualquier pareja de cualquier tipo. Y la aventura de La Angelina en parejas comenzó...

Foquitos de cabeza encendidos, un poco de agua y nos fuimos. Los primeros cinco kilómetros fueron casi todos de subida. Apenas a los 10 minutos volví a ver hacia atrás y miré el primer escenario de muchos que tuve el privilegio de ver esa noche y que me dejarían encantado: una culebra de luces abría su camino por la montaña en forma de "S" y en el fondo las luces lejanas de la ciudad. Solo esa vista valió la aventura, pero lo mejor estaba por llegar.

Yo digo que todas las carreras deberían de ser en parejas. El vínculo que se forma entre dos personas luego de correr juntos una aventura así permanece para toda la vida. En medio ascenso, agitados y con las piernas incendiadas por el esfuerzo, se veía a corredores empujando a su pareja, voces animando al compañero y entre todos había una mística que ninguna carrera en solitario podría imitar.

Hasta que de repente sonó un alarido espantoso en medio del bosque. Nunca falta un loco que libere su energía con bromas de mal gusto. Esa vaina sonó como un grito salido de las fauces del Cadejo, el Mico Malo, la Llorona y la Cegua juntos. De hecho hasta ahora no estoy seguro si fue el grito de una persona o la voz de la misma montaña quejándose por tanto zapatazo en sus entrañas. La cosa fue que de ahí en adelante corrimos más rápido todos, al menos hasta que vino la bajada.

¡Cosa más tremenda tener que bajar de noche por entre raíces, zanjas y piedras! El foquito alumbraba si acaso un metro por delante y yo solo veía a las otras parejas pasar como cabras en un acantilado. Mi pareja y yo habíamos subido bastante bien (más aún luego del grito de la Tulevieja), pero la bajada demostró ser de un nivel técnico no apto para debutantes. Al final bajamos tranquilos y llegamos con todos nuestros tobillos y la cabeza en su lugar (desafiando los pronósticos iniciales). 

Pero más que eso, llegamos unidos por una aventura inolvidable. No solo unidos entre nosotros dos sino con todos los locos y locas que esa misma noche vivieron la misma aventura. Una locura que solo en parejas se puede vivir... Nos vemos el próximo año.

Podés ver los resultados de la carrera La Angelina en Parejas AQUÍ.

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