¿Cómo es que un atleta corre 200 kilómetros por semana sin problema y otro, con mucho menos, puede estar sobreentrenando? La respuesta va en dos direcciones: genética y adaptación. La primera dejémosla quedita, que no hay nada que podamos hacer; la clave está en la segunda.
Nos hacemos mejores corredores mediante la adaptación: entrenamos, ese entrenamiento produce un estrés en el cuerpo, el cuerpo se recupera de ese estrés mediante el descanso y al final del ciclo somos mejores corredores que cuando empezamos porque el cuerpo, cuando se recupera, forma tejidos y uniones más fuertes para que la próxima vez el daño sea menor.
Y así sucesivamente con cada vez que entrenamos y aumentamos las cargas. El cuerpo se irá adaptando siempre y cuando tenga suficiente tiempo de descanso para recuperarse. Empezamos a entrenar demasiado cuando el cuerpo no logra recuperarse entre entrenamientos y si hacemos de esto un hábito tarde o temprano el cuerpo, la mente o ambos colapsarán.
Mientras tu rendimiento en carreras o entrenamientos se mantenga estable o siga mejorando, es buena señal de que aún no te has pasado de la raya, aunque sientas bastante fatiga por momentos. Pero si tu rendimiento se ha estancado o va en retroceso a pesar de que sigues entrenando igual o más fuerte, pon atención a los siguientes síntomas porque se asocian con sobreentrenamiento:
No necesariamente todos estos síntomas se harán manifiestos. Con que presentes solo algunos debes encender la alarma porque algo no anda bien. Recuerda que el ejercicio es bienestar y debe traducirse en buen ánimo, vigor, mejor rendimiento y mejor estado mental. Algunos de estos síntomas aparecerán cuando entrenamos mucho para una gran meta y es normal, pero así como vienen deben desaparecer pronto con el descanso apropiado. Si, por el contrario, permanecen por más tiempo y se convierten en algo crónico, es muy probable que hayas pasado la raya.
Si detectas que estás sobreentrenando, reduce las cargas o detén del todo el ejercicio para permitir la recuperación. Esto puede tomar varios días o hasta varias semanas según la gravedad del sobreentrenamiento, así que ten paciencia. Si insistes en seguir entrenando a pesar de las señales puedes terminar con serias lesiones o daños fisiológicos que a veces tardan años o nunca se recuperan del todo. Un buen descanso no cuesta nada.