LA PÁGINA DE LOS CORREDORES

Correr es mi guaro

Correr es mi guaro

El otro día estaba mal. No podía dormir y mis pensamientos volaban por todo lado sin caer en ninguna parte. Era media noche, pero no importó. Decidí salir a emborracharme de la única forma que sé hacerlo: me puse las tenis y salí a correr.

Hay quienes le apuestan al guaro para aliviar las penas y el estrés (entiéndase guaro en este contexto como bebidas alcohólicas en general). Y tienen razón. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, lo cual de forma indirecta reduce la ansiedad y la respuesta del cuerpo al estrés. Incluso puede causar una sensación de excitación y euforia.

Así que es inevitable. Cada vez que nos sentimos abrumados por la vida, un poco tristes quizás o muy estresados por lo que sea, resulta tentador recurrir a una botellita que de forma “mágica” nos regrese el ánimo. Y así sucede con tantas personas. Y seguro que ayuda, al menos durante las pocas horas que dure el cerebro sin pensar con claridad. Luego viene la resaca y el mundo nos cae encima aún con más fuerza y nosotros, ¡pobres nosotros!, lo recibimos más débiles y con poco ánimo.

Así que eso de tomar no sirve, olvídelo. Hay algo mucho mejor para convertir el estrés en euforia y la depresión en paz interior. Póngase las tenis, empiece a dar pasos con pequeños brincos entre uno y otro y verá como la magia de correr convierte su mente atribulada en un oasis de ideas y satisfacción. Para mí, desde hace mucho, correr es mi guaro. 

En esos días de mal trabajo, de enojos o de poca claridad de pensamientos, tomo mis tenis y me pierdo por horas en el mundo de mis pasos y el sudor. Los latidos acelerados de mi corazón me recuerdan que estoy vivo y que, a pesar de todo, estoy bien. El ácido en mis piernas luego de un buen arrancón es capaz de sacar de mi cabeza hasta el más necio de los pensamientos. Termino y abro los ojos a un mundo nuevo, opuesto al que veía antes de hacer correr la magia. Siento euforia, la mente piensa con claridad, la tristeza se ha ido y el estrés, ¿cuál estrés? Los efectos no duran para toda la vida pero siempre está el día siguiente para volver a mi guaro, a mis tenis, a mi momento de paz. Los kilómetros no cuestan dinero ni dejan resaca, solo piernas y corazones más fuertes.

La ciencia me respalda. Cuando hacemos ejercicio se liberan endorfinas en el cuerpo, y estas actúan de una forma muy similar a ciertas drogas como el opio, generando una sensación inmediata de bienestar. También funcionan como analgésico e interactúan con receptores en el cerebro que reducen la percepción de dolor (como la morfina). El fenómeno conocido como el “Runners high” o la euforia del corredor, es una sensación de bienestar impulsada por la bomba química que se libera en el cuerpo cuando hacemos ejercicio.

Los receptores a los que se adhieren las endorfinas son los mismos a los que se unen algunos medicamentos, y por ende el efecto es muy similar. Yo no sé usted, pero yo prefiero mil veces correr que tomarme una pastilla; prefiero amanecer con fuerza que de goma; y me encanta vencer mis penas con mente clara en lugar de evadirlas temporalmente intoxicando mis pensamientos. La próxima vez que quiera ahogar sus penas, ahóguelas en sudor, no en guaro.

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